Encontrábame yo, despreocupado y feliz, entregando a una mujer mayor con atuendo de camarera un pequeño papelito amarillento que rezaba asi:
"P.Bravas--- 2'00€"
"Hamburguesa ques/bacon--- 2'15€"
La situación, obviamente, la cafeteria universitaria.
Clarifiqué el contenido del tiquet, sabiendo que era necesaria condición para que nuestros bienamados empleados hosteleros entendiesen mi petición, y tuviesen a bien proveernos de los alimentos descritos anteriormente, y no cupiese duda de si mi preferencia era bacon, o queso:
"La hamburguesa con bacon. Ah, y las patatas ponmelas con ketchup y mayonesa, si puede ser."
Aquel "Si puede ser" era pura retórica, pues bien sabia yo que en innumerables ocasiones habia sido posible sustituir la ardiente salsa por una combinación, si bien tampoco la mas recomendable, mas saludable para mi intestino y mi lengua, de los condimentos anteriormente citados.
Cuando llegaron las patatas solicitadas, pude ver con asombro como carecian tanto de mayonesa como de ketchup, asi como de salsa brava. Entonces, la portadora de aquellos tuberculos blandos y recalentados hasta la saciedad nos pregunto que si queriamos Ketchup, o mayonesa. "O" exclusivo. Una u otra.
Deje claro que mi intencion era tener ambas, y entonces se abrieron las puertas del infierno.
Cual no seria mi sorpresa al ver la cara de mi interlocutora retorcerse en un gesto de ira, sus manos crispadas en torno al arrugado tiquet, mientras el sudor frio perlaba mi frente y los ojos de aquella mujer, antaño rebosantes de amabilidad, se tornaban en rojo fuego y me contemplaban sin atisbo de piedad ni compasión... sus fauces (pues el apelativo "boca" ya no podia describir tal aberración) se abrieron de par en par y un rugido atronador me heló hasta la medula:
"PERO ESO SON.... ¿¿¿¿DOS SALSAS???? ¡¡¡¡¡IMPOSIBLEEEEE!!!!!"
Me recompuse lo suficiente como para articular:
"O... Otras veces me han puesto dos salsas...."
La fuerza de tal revelación pareció desequilibrar a la "mujer", que se tambaleó hacia atras derribando vasos y cubiertos por doquier, emitiendo un grito desgarrador que evocaba a la par la muerte dolorosa de un animal poderoso y el llanto de mil huerfanos.
Mientras balbuceaba "DEBO... DEBO CONSULTARLO CON MI MAESTRO Y SEÑOR...." se retiro lentamente hacia las profundidades de la cocina, y pude ver una luz, una bella luz que iluminaba nuestros rostros, y en el foco de la luz estaba Él. Dandy dijo entonces:
-¿que pasa? Pues ponle 2 salsas cojones, que pareces nueva. Me cago en la leche...
La vacia concha que un dia fue una mujer volvió arrastrandose hasta nosotros y nos hizo entrega de unas patatas con mayonesa, y un bote de ketchup a estrenar, del cual pudimos servirnos tanto como quisimos.
Mientras Dandy este a cargo de la cafeteria, los estudiantes estaremos a salvo de injusticias y desmanes. Pues tal es el poder (y la responsabilidad) que conlleva el cargo de Dandy.